domingo, 10 de abril de 2022

DÍA 12 : SÄO VICENTE Y ALREDEDORES DE FUNCHAL

 




A las 9:15 estamos en el muelle, después de salir por el puente 1 para subir al bus número 1 
La guía del grupo de 28  se llama Ana María y nosotros somos los únicos españoles.  Desde el puerto partimos hacia algunas de las localidades más características de Madeira, tanto en la costa como en el interior.




La primera etapa de nuestro recorrido es Monte, un pequeño pueblo conocido por sus exóticos jardines botánicos y por la Iglesia de Nuestra Señora de Monte. Subimos con el bus por estrechas calles. (La última vez subimos con el funicular)

        Aquí, aprovechamos la oportunidad de descender en un antiguo medio de transporte, actualmente una gran atracción turística: los Carros de Cesto, tradicionales cestos de mimbre conducidos por dos expertos guías. Al bus nos recoge al final del trayecto de 2 kilómetros de descenso
















        Una vez en el centro de  Funchal, visitamos un edificio del siglo XVII, donde tenemos la oportunidad de degustar el Madeira, vino de fama mundial.  Desde allí partimos hacia algunas de las localidades más características de Madeira, tanto en la costa como en el interior.











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     Hacemos un alto en el Pico dos Barcelos, con espléndidas vistas de Funchal desde su mirador.









        La siguiente etapa nos lleva al acantilado más alto de Europa, el Cabo Girão. Dicho acantilado alcanza los 580 metros de altitud y cae en picado sobre el mar.











        A bordo de nuestro autocar nos dirigimos a Ribeira Brava, un pueblo costero, para hacer un breve paseo ( mercado con frutas exóticas, Iglesia, Cámara Municipal...) Luego continuamos ascendiendo por una estrecha carretera de montaña, para llegar las inmediaciones del Paso Encumeada, a 1000 metros de altitud. Allí hacemos una parada para contemplar las vistas del norte y el sur de la isla.

















        Salimos de Ribeira Brava con destino a São Vicente, recorriendo un trayecto que nos ofrece un atractivo panorama salpicado de picos volcánicos. La comida la hacemos en un restaurante a la orilla del mar.





















Restaurante en el que hicimos la comida.





        Tras la comida emprendemos el camino de regreso al sur de la isla, por una vía más directa y sin subir al puerto de montaña. En este trayecto de vuelta nos detenemos en Câmara de Lobos , la aldea de pescadores que a menudo Winston Churchill, que solía pasar aquí el invierno, inmortalizaba en sus pinturas. 









      Aparcamos junto a un mirador dentro del pueblo desde donde vemos sus coloridas barcas.  Dando un atractivo  paseo  visitamos el interior de la iglesia de los pescadores y el de la de San Esteban, camino de  la Cámara Municipal. Desde el mirador de la plaza donde están ambos edificios volvemos a contemplar el impresionante Cabo Girao, esta vez desde el nivel del mar.












    Regresamos al autobús pasando por la estatua a tamaño natural de Churchill pintando, en la entrada del hotel donde se alojaba. También vemos el colorido mural de un lobo marino a los que debe el nombre la población.






    Llegamos al Costa Luminosa con el tiempo justo para darnos una ducha antes de zarpar.

    Sin duda es la excursión que más nos ha gustado de las que hemos hecho durante este crucero.





        



 














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